Era un tranquilo jueves de junio. Geronimo se dirigía hacia el Eco del Roedor en la calle del Tortellini, 13. Cuando llegó a su despacho, se le presentó su buen amigo Rataldo Rock, un magnífico atleta que siempre ganaba en todos los maratones que participaba. Rataldo le dijo a Geronimo que lo había apuntado al maratón más loco. Rataldo le dijo que debería comenzar a entrenar cuanto antes. Geronimo empezó a entrenar, se puso a correr, levantó pesas, hizo natación y también jugó al fútbol. Por fin llegó el día del maratón más loco. Geronimo y Rataldo cogieron un avión y partieron hacia donde se iba a celebrar el maratón. Si queréis saber el final de este libro, leedlo.
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