Trata de que una vez, una amigo de Grogó, fue a su casa y le estuvo contando cómo era África, porque había estado viajando por allí.
Cuando habló de los leones, lo escuchó Shola, la perrita de Grogó, y cuando oyó las cualidades y lo que hacía el león, se dijo a sí misma: ¡si yo soy igual!
Desde entonces se estuvo comportando como una leona, hasta que se dio cuenta de una vez, que sólo era una perrucha ratonera.
Si queréis saber cómo se dio cuenta, sólo tenéis que leerlo.
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