
Ese día, Geronimo iba para su oficina contento, cuando él se encontró a su abuelo en su mesa. Él no sabía qué hacía, y es que quería imprimir tres millones de ejemplares. Él no se explicaba para qué los quería y qué iba a hacer. Por mucho que Geronimo se lo preguntaba, él más le ignoraba.
¿Qué querrá hacer el abuelo?
Leed, leed
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